Mejor no confundir unas corridas con otras

Aunque muchos hombres no quieran reconocerlo, soy consciente de que son muchos los que alucinan cuando ven vídeos porno de corridas femeninas, aunque la gran mayoría de ellos sólo las han visto de lejos, en esos vídeos xxx que consumen online, y poco pueden imaginar lo que es sentirlas en vivo y en directo. Por suerte para ellos, mis amantes no tienen que imaginar nada de eso, porque soy una tía a la que eso de correrse a chorro se le da bastante bien. Por eso no es conveniente confundir este tipo de corridas con las otras corridas, ya me entendéis.

Como supongo que una no puede hacer una declaración así y cerrar el tema, a lo mejor debería explicarme mejor. Para empezar hay que decir que, aunque Sevilla es una ciudad grande y se supone que moderna y todo eso, no creas que es tan fácil llevar una vida licenciosa o, al menos, de mujer liberada, que era lo que yo pensaba hacer cuando nos mudamos a la capital desde un pueblo, cuando todavía era pequeña. Por aquellos entonces, yo pensaba que en un sitio con tantos habitantes y tantos barrios y zonas por descubrir, sería muy fácil perderse y escapar un poco de la mirada de mis padres, que ya debían conocerme por aquellos entonces y que unido a su mentalidad de pueblo, no me quitaban el ojo de encima. Pero vaya si me equivocaba.

Porque no sé si será el carácter del Sur o algo así, pero resultó que los habitantes de la capital andaluza podían ser igual o más cotillas que los del cualquier pueblo  de la provincia, y que precisamente por eso, era casi imposible hacer cualquier cosa en el anonimato; siempre había alguien que te conocía, que conocía a tu madre, que conocía a tu amiga, incluso con nosotros que llevábamos pocos años viviendo allí. Darme cuenta de eso fue muy fastidioso, pero entonces tuve que echar mano del ingenio, porque como digo, podía ser «casi» imposible, pero no del todo. Y el resto de mi vida adulta he seguido practicando la estrategia de intentar vivir mi vida sin llegar a ser criticada por ello.

Es una tarea agotadora, pero realmente ha valido la pena. Y con respecto a mi supuesta habilidad, bueno, tengo que confesar que la descubrí por casualidad, pero que desde entonces le he sacado bastante partido. Yo era una de esas chicas que presumían de tener coños peludos, cuando no me daba cuenta que todo ese pelo en mi chocho en realidad podía ser una ventaja momentánea, justo hasta el momento en que dejara de serlo; me contentaba con hacerme desear por muchos pero no darle libertades a ninguno, vamos, lo que ahora podría llamar «calientabraguetas» con todas las letras. Sin embargo, con un poco de seducción y una buena labia me iba bastante bien, hasta que, claro está, llegó el día en que por fin me decidí a deshacerme de mi virginidad.

Si para cualquier chica ya es especial esa primera vez, imagínate lo que fue para mí cuando descubrí no sólo que había tenido un orgasmo, sino que además, era una verdadera explosión de jugos vaginales. A decir verdad, creo que al chico en cuestión le alucinó mucho más, y creo que fue por eso por lo que estuvo conmigo casi un año más, aunque yo pronto le perdí el interés, concentrada como estaba en entender por qué mi cuerpo reaccionaba cada vez que tenía sexo. Lo comenté con mis amigas, que en aquellos tiempos tampoco es que fueran unas expertas en el asunto, pero todas me dijeron que ellas no siempre llegaban al clímax con sus novios, y que por supuesto nunca se habían corrido a chorro ni se imaginaban haciéndolo. Así que me di cuenta que tenia un auténtico tesoro entre manos, o más bien entre las piernas si entiendes lo que quiero decir. Y me propuso exprimirlo a fondo.

Por supuesto, dejé a mi novio de entonces, y nunca más he vuelto a tener pareja fija. Lo que sí tengo es un auténtico arsenal de historias por toda la ciudad, historias sexuales por supuesto, que hablan de auténticos maratones de sexo con hombres que me han dejado muy satisfecha, y a los que yo he satisfecho igualmente, y además alucinados. Te puedo asegurar que, después de haber follado conmigo, esos tíos no han vuelto a ver con los mismos ojos los vídeos porno de squirting, ni lo volverán a hacer. Porque, por supuesto, la realidad siempre supera a la ficción.

Y un año más, la Velá de Triana

Sevilla entera se prepara para este próximo fin de semana para el comienzo de la Velá de Santa Ana, la fiesta grande del barrio de Triana, que año tras año proporciona en estas fechas unos días de ocio y asueto con este hermoso barrio y el río Guadalquivir como telón de fondo. Son unos días especiales para todos los habitantes de Sevilla, aunque por supuesto todo el que llega puede disfrutar como enano de su programa de actividades y diversiones.

El que esta fiesta se celebre en pleno verano, con los estudiantes y muchos trabajadores ya de vacaciones, es una de las razones por las que es tan popular, ya que todo aquel que aún no ha salido de la ciudad, y todo aquel que ha llegado, pueden pasar unos días muy entretenidos. Para mí son unos días especiales, y siempre ha sido así, sobre todo cuando de jóvenes mis amigos y yo nos pasábamos allí los días y casi todas las noches, porque aquello es el mejor lugar y momento para ligar en Sevilla en pleno verano ( y como picadero, ya os digo que no tiene precio).

La Velá de Triana, celebrada allí por la presencia del templo dedicado a Santa Ana que es la patrona del barrio, tiene su origen en el siglo XIII. El rey Alfonso X visita la pequeña capilla de la santa, donde se alivia de un problema ocular al tocar la mano de la imagen, y entonces decide construir un templo en su honor; a partir de entonces, cada año por el día de la santa, el 26 de julio, se velaba su imagen en este lugar. Y por supuesto, sabiendo el carácter fiestero de los habitantes de la ciudad, el jolgorio se fue uniendo poco a poco a esta cita religiosa, con lo que en poco tiempo se convirtió en una fiesta también profana.

Las diversiones en la ribera del río Guadalquivir entretenían a las familias en este día tan especial, y las atracciones acuáticas poco a poco fueron haciéndose parte vital de esta fiesta. Pero si algo hay que resaltar es el juego de la cucaña, que el año pasado cumplió un siglo desde su primera aparición en la famosa Velá, y que se ha convertido en la atracción más característica de esta celebración. Mucho os podría contar sobre mis experiencias sobre esto, pero mientras tanto, no dejéis de visitar Triana en estos días, y así también tendréis mucho que contar.

Aquí sí hay playa, dicen los sevillanos

Como en aquella famosa canción veraniega de  Los Refrescos, lo mismo que en Madrid los ciudadanos de Sevilla no tenían más remedio que decir «Aquí no hay playa». Y al igual que los madrileños, podían presumir de monumentos, paisajes, edificios modernos, historia… pero al llegar el verano ( que aquí no llega precisamente en agosto, sino que ya sentimos su llegada desde el mes de mayo) había que resignarse y buscar alivio contra el calor de mil maneras, pero nunca con la ayuda del agua, el sol y la arena… hasta ahora.

Desde finales de julio, Sevilla disfruta de su nueva playa. Sí sí, no es coña, realmente, no hay que hacerse ya un viaje de dos horas para poder mojar los pies en las olas; eso sí, este agua no es salada, sino dulce, procedente  cómo no del Guadalquivir (aviso por si hay algún exquisito que quiera entrar en el detalle. Y es que una dársena del río ha permitido construir  Sevilla Beach, un complejo de actividades veraniegas al lado del río, con piscinas, terrazas, y una superficie de arena conocida como playa urbana.

Realmente, la iniciativa tuvo gran éxito en su primer día de apertura, justo acabadas las clases, el 23 de junio. Y es que, cuando recuerdo mis años mozos, no me cuesta nada ponerme en el lugar de un montón de chicos y chicas jóvenes, que en pleno corazón de Andalucía van a poder disfrutar de ese ambiente festivo y ligón que hasta ahora sólo tenían los lugares de costa. Resulta difícil creer que Sevilla pueda convertirse en una de esas pintorescas localidades de playa, pues está cerca de ser una de las ciudades más modernas de España; pero al menos, en los alrededores del Guadalquivir, los jóvenes van a poder sentir esa sensación de expectativa que siempre se tiene en un día de playa.

Aún recuerdo cuando era joven, y con mis amigas cogíamos el autobús desde el centro de la ciudad hasta la playa más cercana, seguramente en Cadiz o Huelva. Nos pegábamos un madrugón impresionante, pero allá que íbamos con nuestra mochila cargadas de bocadillos, cocacolas y alguna que otra chuchería, amén de nuestras toallas, el bronceador y el bikini más sexy que hubiéramos encontrado. Porque no nos engañemos, más que remojarnos en el mar, lo que queríamos era enseñar palmito, y para eso nada como pasearte por delante de los grupos de chicos, o tumbarte en la arena cerca de donde ellos jugaban un partido de voleybol. Aunque bueno, no voy a dar ahora una leccion de ligoteo juvenil, seguro que todos, vosotros y vosotras, sabéis de lo que estoy hablando.

Así que me alegra bastante que ahora esto esté al alcance de todos los jóvenes sevillanos, porque lo bueno de quedarse en la capital es que, si el ligue prospera, siempre se puede quedar para esa misma noche, cuando el sol ya no te derrita y se pueda disfrutar de una terracita, ¿o no?

Ser el mejor matador de toda Sevilla

Para nadie es un secreto la fama que tiene Sevilla de ser cuna de los mejores toreros, ni la de su plaza de toros que ha visto las tardes de mayor gloria de muchos maestros matadores. La tradición taurina de la capital andaluza es legendaria, y no voy a ser yo el que le ponga ni un más ni un menos a esta leyenda.

Pero si  Sevilla tiene otra fama que tampoco se puede negar, es la de ser una ciudad que enamora, por sus paisajes, sus calles, sus monumentos y sus gentes, claro que sí. Y desde luego, es uno de esos lugares que invitan a enamorarse, o al menos, a practicar mucho los preliminares, aunque no llegue uno a un final tan serio. Recorriendo muchos de los rincones de la ciudad, uno no puede dejar de pensar en El Burlador de Sevilla y su protagonista Don Juan Tenorio, el amante universal por antonomasia, que seducía a toda falda que se encontraba en menos que cantaba un gallo, y eso que no había esa libertad en las relaciones sexuales que se supone tenemos ahora.

Con perdón de los taurinos, eso sí que era un matador de primera. No había dama que se le pusiera por delante y saliera indemne, sin que le clavara las banderillas y se llevara las dos orejas en la faena. Y puestos a las analogías, no pudo encontrar una mejor plaza para lucirse que las calles de Sevilla, porque el escenario no puede ser más dado a romances, misterios, seducciones, fugas y, por supuesto y sin que nadie lo dude, a muchos «aquí te pillo, aquí te mato» . Los callejones estrechos de la ciudad, los parques al aire libre llenos de rincones privados entre los árboles, los muchos edificios de grandes dimensiones llenos de esquinas ocultas a los ojos de los transeúntes… Vamos, que el que no pille cacho aquí, es porque no quiere, o no lo intenta como tiene que ser.

La fiesta nacional está de capa caída, pero eso es otra historia que poco tiene que ver con el asunto de este blog. A Sevilla hay que venir, sí, pero lo mejor es tener razones para quedarse; y no conozco razones mejores que el realizar la mejor faena de tu vida retomando la mejor tradición de Don Juan, y no dejando que ninguna de sus bellas mujeres (que haberlas, haylas) pase por tu lado sin haberla intentado capear y rematar como los grandes matadores.